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blog Urbano

North Point Cast; Entrevista #004 Scooter

¿Sabías que en North Point también hacemos podcasts?

Sí, además de ropa, Pop Ups y movidas con la comunidad, también tenemos nuestro propio espacio donde hablamos con gente real que forma parte del universo NP. Artistas, riders, DJs, creativos… personas con historias auténticas y perspectivas que inspiran.

Aquí encontrarás las versiones redactadas de cada episodio: todo lo que se habló, sin perder el rollo ni los detalles.

Continuamos con el cuarto capítulo con Quim Castells, Laia de la Romana, Pol Roman, Berta Olivan, que nos contó su camino, su visión y un montón de cosas que no te quieres perder. Y esto es solo el comienzo.

Fausto: Bien, pues hoy vamos a hablar de juguetes. Porque para mí, en los mundos en los que os movéis, todo empezó como un juguete de niño. Los scooters, los patinetes… antes eran de plástico, o los hacíamos con cuatro tablas de madera. Pero siempre ha habido ganas y necesidad de moverse, jugar y pasárselo bien.
Con el tiempo he ido conociendo el mundo del scooter, viendo su evolución, y me ha parecido un deporte muy interesante. Por eso estáis aquí: para hablar de eso y para que os pongáis nombre y apellidos.
Yo soy Fausto Ramírez, fundador de North Point, sigo en este juego y pienso seguir mientras se pueda. Y hoy estamos con Quim, con Pol, con Berta y con Laia, que de algún modo pueden representar el mundo del scooter en Barcelona, Cataluña y España.
Me gustaría que os presentarais un poco mejor, que expliquéis de dónde venís, hacia dónde vais, qué queréis. ¿Por quién empezamos?

Quim: Bueno, yo soy Quim Castells, y dentro de la comunidad se me conoce por organizar la Street Jam de Barcelona. Llevo unos 13 años patinando. En su día patinaba para Bestial Wolf, pero nunca llegué a ser profesional.
Diría que mi impacto más grande en la comunidad ha sido como organizador de eventos y también como filmer y editor. Pero, sobre todo, como alguien que ha currado para que pasen cosas.

Pol: Muy bien. Yo me llamo Pol Román, tengo 27 años y soy ex-rider profesional… pero rider para toda la vida. Mi idea es patinar hasta que me muera.
Empecé en 2008, que viene a ser prácticamente cuando nace el scooter como tal aquí en Europa. He vivido todas las subidas y bajadas que hemos tenido y tuve la suerte de poder dedicarme profesionalmente unos años. De pequeño era mi sueño, y se cumplió.
Ahora esa etapa se ha cerrado, en parte porque yo también quise, y estoy disfrutando del patín de otra manera. Y muy contento de estar aquí.

Fausto: Al final nada te impide seguir patinando. ¿Seguimos?

Laia: Yo soy Laia de la Romana, tengo 13 años y patino desde hace unos 4 años. Ellos dos me han dado clases.

Quim: Yo el primero.

Pol: Y yo el segundo.

Laia: Y bueno, mi sueño sería llegar a algo profesional algún día.

Berta: ¿Y qué sponsor tienes?

Laia: Ahora estoy con Core. Antes estaba con Bestial, como Quim, pero Core me ofreció entrar con ellos y dije que sí.

Berta: Yo soy Berta Oliván Zurdo, tengo 18 años. Empecé a patinar con 14 y fui evolucionando un poco, pero me quedé algo estancada por un viaje que hice y por problemas de salud. Nunca he dejado del todo el patín, pero ahora que voy creciendo tengo otras prioridades: estudiar, formarme, prepararme para la vida adulta.
El patín se ha quedado con menos tiempo, pero siempre me gusta estar en los eventos y, sobre todo, grabar vídeos, como el que le estoy haciendo a Laia, entre otros. De una forma u otra, quiero seguir formando parte de la escena.

Fausto: La pregunta es para los cuatro: ¿qué os hace pasar de lo que era un juguete de juguetería, un patinete de plástico, a acabar llevando en los pies una máquina de hierro que, si te das una hostia, te puede destrozar? ¿Qué os llevó a esa evolución?

Quim: Yo creo que la adrenalina y las sensaciones. Recuerdo perfectamente cuando mis padres me regalaron mi primer scooter por Navidad.
Estaba viciado al Need for Speed de la Play 2, y yo quería el patinete para ir rápido por la calle, como en el videojuego. Ya estaba un poco zumbado de pequeño.
Luego empecé a ver que con eso se podían hacer trucos. Vi vídeos y me motivé. El vídeo que me hizo empezar de verdad fue el webedit de Cody Donovan para Madd Gear. Era un rider australiano, pionero.
En esa época el scooter no era ni “street” ni “park”: era simplemente scooter. Había que inventar cómo usarlo. Si ves ese vídeo ahora, que tendrá más de 15 años, con trucos de 2009 o así, todavía flipas: siguen siendo trucos muy bestias.
Ese vídeo fue el clic. Lo recuerdo perfectamente: lo estaba viendo y pensé “yo quiero hacer esto”. Te inspira alguien y ya no hay marcha atrás.

Fausto: Antes comentabas algo que me encaja mucho con lo que digo siempre: entre los 13 y los 16 años dejamos de ser niños y empezamos a ser adultos, y casi siempre hay algo que nos acompaña en ese paso: la música, un deporte…
Lo que pasa en esa etapa nos marca mucho. Vosotros empezasteis a patinar justo ahí: 13, 14, 15 años. Probablemente las sensaciones y las motivaciones eran parecidas.

Pol: Sí. Con la pregunta que le has hecho a Quim yo también puedo responder. Yo empecé a patinar por amistad. A mí no me gustaba ir al skatepark con el patinete. Me gustaba ir con el patín al cole, como transporte.
Un amigo me dijo: “Vamos al skatepark” y yo respondí: “Pues vamos”. Me daba vergüenza entrar con el scooter; prefería ir en skate. Fueron mis amigos los que me empujaron a tomármelo como algo más.
Empecé antes de la adolescencia, y todo ese trayecto desde entonces hasta ahora (27 tacos) lo he vivido con el scooter al lado.
Lo que me mantiene patinando hoy sigue siendo, sobre todo, la amistad. Es mi motivación principal. No es solo patinar, es todo lo que lo rodea: la comunidad, la gente con la que he vivido tantos momentos.
Técnicamente y físicamente el cuerpo no es el mismo con 15 o 16 años que más tarde: no tienes la misma agilidad, valoras más el riesgo… Pero el lazo que se crea con la gente se queda.

Fausto: Cuando habláis de “balas perdidas” en el inline, yo lo he vivido igual: gente que con 15, 20 años iba a muerte, a lo salvaje, y luego, como comunidad, siguen ahí, pero moviéndose en otros planos: organizando eventos, grabando, comunicando… siguen en el mismo sector.

Pol: Claro. Llegar a los 60 haciéndote un whip será complicadillo, pero nunca se sabe.
Para mí lo bonito es seguir estando. Seguir formando parte de la comunidad. Yo ahora puedo ir al skatepark con todos mis amigos y no tocar el patín en toda la tarde. Antes sería impensable; ahora simplemente disfruto de estar allí con ellos.
Patinar me sigue encantando, pero no es solo el truco: es el grupo, el ambiente.

Fausto: Y al mismo tiempo eres observador de la generación de Laia, de Berta… que con 10 años menos están empezando a hacer un camino parecido al tuyo, con otros trucos y otra técnica, pero con un espíritu similar.
Desde tu experiencia, ¿qué consejo les darías pensando en cómo estarán dentro de unos años?

Pol: Que disfruten del momento y de patinar. Que si quieren soñar con ser profesionales, lo hagan, pero que no sea la única motivación.
Ser pro puede ser un motor, pero lo importante es disfrutar del patín en sí; lo que venga después es un extra.
Al final, si llegas a profesional, serán 3, 4, 5 años con mucha suerte. Y de repente un día se termina.
Tener un futuro preparado es importante. Yo no lo tuve, y me pasé un año entero preguntándome “¿qué hago con mi vida?”. Tuve que actualizarme a la fuerza.

Fausto: Te hago esta pregunta precisamente para escuchar esa reflexión, que yo no conocía pero intuía.
En según qué edades somos pura pasión, volcamos todo como si no hubiera futuro. Pensamos que “eso” va a ser para siempre.

Pol: Sí, y que lo importante es “ser pro” o “subir de nivel”. Luego te das cuenta de que está muy bien, pero tiene un ciclo. No se puede ser number one toda la vida. Aunque llegues arriba, luego llega el “¿y ahora qué?”. Y si no tienes nada más, aparece el vacío.
Y la otra parte es que da igual ser pro o no: lo que no cambia es el deseo de disfrutar y la posibilidad de compartir con la gente, con el patín como herramienta.

Fausto: Tú, por ejemplo, tienes una vertiente más profesional: cine, eventos, trabajar con marcas…
Yo siempre digo, sobre todo por vosotras (Laia y Berta): el momento es precioso, hay que vivirlo a tope, pero también es interesante ir pensando cómo derivar esa pasión para que, a nivel profesional, te pueda aportar algo en el futuro. No hablo de “vivir de los premios”, sino de estar dentro de la industria.

Pol: Yo soy una persona muy pasional. Lo que hago, lo hago a tope.
Durante muchos años mi mentalidad fue: “quiero patinar, voy a patinar”, y ya está. Hasta el año pasado, básicamente patinaba cinco días a la semana. Era mi trabajo y mi vida, pero no por obligación, sino porque lo amaba.
Luego te dicen “dejamos de pagarte”, o tu sponsor se cae, y te toca pensar: “Vale, esto se acaba. ¿Y ahora qué?”.
Por suerte, tenía otros trabajos ligados al patín y pude ir tirando mientras hacía esa reflexión, pero fue duro.
No me arrepiento de nada, pero si tuviera que decirle algo a alguien que quiere ser profesional es: ten un plan B.
Hay riders que son pros y, a la vez, tienen un curro estable; combinan su pasión con otro trabajo. Eso es un buen modelo. Es lo que hago yo ahora y funciona.

Fausto: Eso pasa en muchos deportes. En el fútbol, por ejemplo: pasas de jugador top a entrenador, mánager, analista… La gente busca no salir del entorno que conoce y disfruta.
Con el scooter debería pasar lo mismo: hoy compites, mañana organizas, filmas, comentas… El momento es para disfrutar, pero también para aprender.

Pol: En fútbol hay millones de practicantes y estructuralmente está muy armado. En scooter no.
En scooter la base es la pasión. Y ya está.

Fausto: Berta, tú querías contar algo sobre tu primer sponsor.

Berta: Sí. Al poco de empezar a patinar, la tienda Sliding Line estaba buscando gente para un team que se llamaba Team Embassy.
Hicieron un formulario y yo lo rellené, a ver si había suerte. Me cogieron, y cuando lo supe fue como: “¡Guau! Mi primer sponsor, qué locura”.
Rubén Rodríguez, de Sliding, nos envió a todos una carta o texto que todavía guardo.
En ese momento mi cabeza era: “de aquí para arriba, voy a vivir de esto”. Tenía 14 años, estaba en la ESO, sin responsabilidades reales.
Rubén nos decía algo muy importante: que entrar en el team era una oportunidad, pero que no teníamos que olvidar que el patín estaba para disfrutarlo, que teníamos que seguir estudiando, tener otros objetivos, y que nunca debíamos dejar de pasarlo bien por la presión de “llegar a algo”.
De pequeñxs pensamos que el patín puede ser la salida perfecta para “no hacer nada más”. Y la clave está en lo contrario: disfrutarlo como niñxs, pero sabiendo que la vida tiene otras necesidades.

Fausto: ¿Y qué os enseña el estar con más gente que hace lo mismo que vosotros? Porque es un deporte individual, pero lo vivís en grupo.

Berta: Yo creo que, como en otras comunidades, mucha gente que acaba en el scooter encuentra algo que no ha encontrado en otros sitios: ni en el cole, ni en el trabajo, ni en casa.
Siento que quien se queda en este mundillo es porque ahí siente algo que no consigue en otros entornos.

Fausto: En el fondo, canalizas energía. Un cuerpo joven tiene mucha energía: ¿por dónde sale? ¿A patadas, peleas… o sobre el patín?

Laia: También es importante tener amistades. Si no te sale un truco, te animan, te ayudan, te ríes. Eso motiva mucho.

Fausto: ¿Y qué te aporta luchar por sacar un truco?

Laia: No sé… cuando lo sacas, te sientes muy bien.

Berta: Cuando estamos grabando y te digo “va, prueba esto”, tú primero te lo miras, te sudan las manos, te pones nerviosa, dices que no… y luego lo haces. ¿Cómo te sientes?

Laia: Muy bien.

Pol: Eso es autosuperación.

Fausto: Exacto. El deporte, sobre todo estos individuales, te enseñan que con esfuerzo las cosas salen.
La vida es complicada para la gente joven: demasiadas opciones, muchas dudas.
Si entiendes, a través del deporte, que con constancia vas logrando retos, luego puedes trasladar eso a otros ámbitos.

Quim: Totalmente.

Fausto: Entrando en otro tema: antes Pol comentaba que al principio le daba corte entrar en un skatepark con scooter. ¿Cómo era eso?

Pol: A mí me daba mucha vergüenza. En los primeros años, muchos skaters te trataban fatal.
He tenido momentos de llegar a un skatepark y que me dijeran: “Si entras, te parto la boca con mi skate”. Y claro, con 11 años, no entras.

Quim: Sí, en muchos parques al principio nos echaban. Había gente muy maja, pero eran pocos. La mayoría eran bastante bordes.

Pol: Ojalá muchos ahora, que igual ya son padres, actúen distinto con los niños que empiezan.

Quim: Recuerdo cuando salió la noticia de que iban a construir el skatepark de Terrassa, en 2013. Yo vi la noticia en el diario.
Una de mis motivaciones para aprender backflip fue pensar: “Si hago backflip, igual me respetan y me dejan patinar”.
Y aunque nunca me dijeron literalmente “si haces backflip puedes entrar”, sí me ha pasado estar patinando, hacer un flair o un backflip y que venga un skater típico hater, y decirme: “A mí el scooter no me mola, pero tú molas. A ti te perdono la vida”.
Ese rollo condescendiente lo hemos vivido mucho.

Pol: Yo creo que ahí también jugó un papel la industria del skate, que hizo una especie de campaña en contra del scooter.
Y luego hay que recordar que, cuando nosotros empezamos, éramos literalmente niños. Yo empecé con 11 años y mis ídolos tenían 16. No había generaciones anteriores.

Quim: Sí. Haciendo el trabajo de archivo para la Street Jam de este año, mirando fotos viejas, blogs y Facebook, era muy heavy: todos eran niños de 15 años.
El que organizaba, los riders, el público… todos críos. Y claro, ahora esos críos tienen 25, 26, 30, y ya es otra historia.

Fausto: Por lo general, quienes introducen novedades en la sociedad son los chavales de 11, 12, 13 años: detectan tendencias nuevas, no tienen prejuicios y buscan su propia identidad.
Pasa en la música, en los deportes… Ellos son los que abren camino.

Pol: Tal cual.

Fausto: Hablemos del cambio en los vídeos. Antes todo se movía con VHS, luego DVD; ahora todo pasa por redes, clips cortos… ¿Cómo lo veis?

Quim: Yo creo que tiene cosas buenas y malas.
Las redes son una herramienta potentísima para crear comunidad y comunicarte con gente de otros países. Antes era muchísimo más complicado.
Pero, al mismo tiempo, se está perdiendo cultura. Antes veías videoparts enteras, sabías quién era quién, reconocías estilos, spots, crews…
Ahora muchos chavales conocen trucos por TikTok pero no saben ni cómo se llaman ni quién los ha inventado. No saben quién es Ryan Williams, por ejemplo.

Pol: Exacto. El contenido corto no crea cultura. Antes, si te gustaba un rider, te veías sus tres o cuatro vídeos enteros. Veías su evolución, el contexto, el estilo de vida.
Y todo eso iba ligado a la industria: teams, viajes, vídeos largos… Ahora una marca a veces prefiere un influencer y cuatro TikToks a un vídeo de un año de trabajo.

Quim: Y se pierde también la parte artística. No hay casi fotografía profesional en scooter. La hubo, hay fotos increíbles en revistas antiguas, pero ahora casi todo son clips de móvil.
Vídeos serios todavía hay, y muy buenos, pero muchas veces no es lo que las marcas quieren, porque no es lo que “vende”.

Fausto: Y además el formato corto reduce la conversación. Al colgar algo en redes, muchas veces lo máximo que recibes es un like y una llamita. No hay análisis, no hay charla con otros riders en la plaza, no hay debate sobre el truco, el spot, la línea.

Pol: Sí. También se generan imágenes falsas de la gente.
Con redes piensas que alguien es de una forma, y luego, cuando le conoces en persona, te das cuenta de que no tiene nada que ver.
Me ha pasado que alguien me diga: “Pensaba que eras un gilipollas… y en persona eres majo”. Las redes deforman mucho la percepción.

Quim: El Videopart Festival lo montamos precisamente para ir a contracorriente de eso.
Es un festival de cine de videoparts de scooter: vídeos de 3 a 5 minutos (a veces más) donde se enseña no solo el nivel de trucos, sino el estilo de vida del rider, su manera de ver el patín.
Ahí la elección musical, la edición, los planos, el ritmo… todo cuenta. Es una forma artística de mostrar el patín.
Mucha gente introvertida, que no se siente cómoda en competiciones, puede expresarse ahí.

Pol: Y alrededor de las videoparts se crea toda una cultura: teams, trips, full-lengths…
Antes las marcas sacaban vídeos de una hora o más, con toda la crew, y eso te marcaba.
Ahora se está recuperando un poco ese espíritu con el festival.

Fausto: Sería como una exposición de foto, pero en vídeo. En lugar de cuadros en la pared, videoparts en pantalla.

Quim: Sí, es un reflejo personal desde el patín. Cada vídeo es un mundo.
Con una videopart puedes ver si alguien hace park y street, si prefiere drops grandes o spots técnicos, si patina más rápido o más suave, cómo viste, qué música le inspira…
En un reel de 30 segundos eso no se ve.

Fausto: ¿Y la Street Jam, cómo encaja en todo esto?

Quim: La Street Jam es el contrapunto perfecto.
Es un encuentro de convivencia, una quedada de amigos gigante. Sí, hay premios, pero la esencia no es la competición clásica.
Se queda en un punto, se va rotando por spots, y cada uno hace lo que quiere, sin tiempos, sin rondas marcadas.
Es un punto medio entre mundo competición y mundo artístico: toda la comunidad junta, disfrutando del patín y conociendo gente nueva.

Fausto: ¿Y cómo se “puntúa”? ¿Por jurado, por aplausos…?

Quim: Para mí el valor de un truco ahí se mide parecido a la magia: ¿cuánta gente puede hacerlo? ¿Cuánta gente puede hacerlo COMO tú lo haces?
Cuanto más único es un truco, más valor tiene.
En la Street Jam muchas veces ganan trucos que, dos años después, la gente ve como “¿en serio ganó eso?”. Pero en ese momento nadie más lo hacía.
Y lo bonito es que al final es casi un jurado popular: todo el mundo tiene claro quién ha sido el que ha reventado el día.

Pol: La Street Jam es autosuperación pura.
Ves a gente comiéndose el suelo sabiendo que no va a ganar, pero lo hace por el hype de tener a cientos de personas gritando su nombre.
El riesgo que se asume allí por un premio pequeño es enorme; si el premio fuera proporcional al riesgo, habría que poner 10.000 euros o más.
La gente no lo hace por dinero; lo hace por adrenalina y por la experiencia.

Fausto: Y las chicas, que sois pocas, ¿cómo os tratan los chicos? ¿Os dejan espacio, os cuidan, os presionan?

Laia: A mí me cuidan mucho, la verdad.

Pol: Y has ganado mejor amateur, ¿no?

Fausto: ¿Y qué les dirías a las chicas?

Laia: En inglés no hablo mucho, pero… que se animen a patinar lo que quieran. Patinar sola es muy aburrido.
Estar en un skatepark sola no mola; con gente con la que interactúas, sí. Y si encima fueran más chicas, sería la bomba.

Fausto: Hacemos llamamiento, entonces.

Berta: Sí, pero con la idea de que es algo que puedes disfrutar toda la vida, aunque su etapa “intensa” sea temporal.
Hay que ser conscientes de que no vamos a vivir de esto, pero sí se puede disfrutar tanto como quieras.
La vida hay que resolverla por un lado emocional (aquí entra el patín) y por otro profesional, económico y formativo.
En cuanto a chicas y chicos, yo sí he visto diferencias: mentalidad, oportunidades…
Como en el fútbol, el masculino tiene más agresividad, más visibilidad; el femenino es distinto pero igual de válido.
El scooter femenino también tiene su propia energía, y es necesario que haya más chicas, porque es algo que puede disfrutar cualquier persona: chico, chica, chique, cocodrilo… lo que sea.

Fausto: También puede dar pie a otros estilos, como pasa con el patinaje artístico, quads, ballet… otra forma de moverse.

Quim: Al final es cuestión de números.
En skate ahora hay niñas de 12 años como Sky Brown haciendo 900 en halfpipe. ¿Quién iba a pensar, cuando Tony Hawk hizo el primero, que una niña haría eso?
¿Por qué pasa? Porque ha habido muchas chicas patinando, y de repente aparece una muy buena.
Si hubiera más chicas en scooter, técnicamente podrían llegar al mismo nivel sin problema. No estamos levantando pesas; hablamos de técnica.
Lo que pasa es que, por cada 500 tíos que patinan, hay una chica. O menos.

Pol: En España ha habido y hay chicas muy buenas. Cristina López, Carla Ramiro… Si hubieran tenido más circuitos mundiales, podrían haber sido campeonas del mundo.
Y Laia, aunque sea humilde, tiene nivel para ganar un mundial en breve.

Berta: El problema es que muchos dejan el patín en la adolescencia.
Te empiezan a llamar otras cosas, tu estilo de vida cambia, pruebas otras cosas… y si no estás muy enganchado, lo dejas.
Y con las chicas pasa más: si no hay referentes y acompañamiento, se hace más fácil abandonar.

Quim: Yo creo que el scooter tiene una base enorme de niños que empiezan, y eso es buenísimo, pero a la vez es un arma de doble filo: no tienen nada que les invite a seguir cuando se hacen mayores.
Durante años el scooter se ha percibido como cosa de chavales de 15, y no tiene atractivo adulto.
Por eso con el Videopart Festival, la Street Jam, las exposiciones de foto… intento darle una capa más madura: que haya algo que pueda disfrutar también un adulto, y no solo niños.

Fausto: A todo esto, estamos a principios de mayo. ¿Fechas?

Quim: Sí. Este año el Videopart Festival es el viernes 23, el día antes de la Street Jam.
La hora la anunciaremos la semana que viene; estamos acabando de cuadrar logística.
La Street Jam es el sábado 24: quedamos a las 12 en el skatepark de Les Corts y de ahí salimos a los spots, que son secretos.
Y a nivel de producción, va a ser la Street Jam más grande de la historia del scooter. Nunca ha habido una con tanto prize money: 5.050 €.
También será la que tenga más participación internacional. Va a ser un espectáculo muy bestia.

Fausto: ¿Y cómo vais a gestionar la difusión después?

Quim: Principalmente desde la cuenta de la Street Jam y en colaboración con Ohlay Brand.
Antes del evento haremos publicaciones conjuntas y propias, y después lo más importante será el vídeo oficial: el resumen del día entero, que subiremos a YouTube.
Eso también es recuperar una costumbre: antes, sin redes, el vídeo oficial era la forma de ver qué había pasado.
Este año, además, durante la Street Jam vamos a ir sacando recaps editados de cada spot el mismo día. Tengo dos personas más Jared (de Ohlay) solo pendientes de grabar, editar y subir.
Es decir, habrá inmediatez: trucos pesados colgados al momento. Pero luego el vídeo oficial te da una perspectiva distinta, más completa.
Y le daremos mucha importancia a la fotografía: tendremos a Pablo Puig, fotógrafo local, y a Oggy, fotógrafo francés, que para mí es de los mejores en scooter.
Queremos subir recaps fotográficos a la web, porque la foto también cuenta una historia diferente del evento.

Fausto: ¿Y a nivel internacional, cómo veis la escena ahora mismo?

Pol: Está habiendo un cambio generacional curioso.
Yo diría que el nivel global está un poco estancado desde hace dos o tres años, en el sentido de que no han aparecido riders que destaquen de forma abismal por encima del resto, como sí pasó en otras épocas.
Después del COVID hubo un bajón fuerte que dejó a muchas marcas tocadas o muertas. Luego el mercado se recuperó y ahora las ventas van bastante bien. Cantera hay, y muy buena.
Pero hace unos años veías riders que impactaban mucho más, que rompían el patrón. Ahora todo está como más parejo: el nivel sube, pero faltan iconos nuevos que cambien el juego.

Quim: El scooter tiene una cosa: cada dos años sale una nueva generación de chavales de 16 que se comen a los de 18. Y los de 18, cansados y lesionados, se preguntan “¿para qué me voy a dejar la vida si el de 16 ya me pasa por encima?”.
Es muy fácil ir “al barro”: tirarte por escaleras enormes, mega rampas, bowls gigantes… y eso acorta la vida del rider pro.
El cuerpo pasa factura: talones, rodillas, espalda. Ahora por suerte la gente se cuida más, usa zapatillas técnicas, etc., pero sigue siendo duro.

Fausto: Es un deporte de contacto directo: cuerpo, hierro y suelo. Con una moto me pasó algo parecido: una tontería, un trompito, y adiós pierna.
A nivel de reconocimiento oficial: olimpiadas, federaciones… ¿Cómo está el tema?

Pol: Desde 2019 World Skate (la federación internacional que lleva skate e inline) absorbió el scooter. Yo soy juez para ellos.
Es la misma estructura que llevó el skate a las Olimpiadas.
En scooter están haciendo mundiales de park y de street, masculino y femenino, con ranking mundial.
Ahora mismo se está intentando vender el scooter al Comité Olímpico, pero es complicado: es un deporte muy joven, hay pocas chicas, y eso al COI no le encanta.
Por ahora hay mundiales; se habla de volver a hacer europeos, panamericanos, etc., pero económicamente es difícil: a una marca no siempre le compensa pagar todos los viajes de su rider por el mundo.
La idea soñada sería llegar a Los Ángeles 2028, pero ya veremos.
Personalmente, a mí me da un poco igual que sea olímpico o no, pero pienso en los riders y en la gente que vive por esto, y puede ser una forma de tener ayudas, viajes, becas. Sobre todo para países donde las marcas no llegan.

Fausto: Las federaciones pueden aportar algo que un sponsor privado no puede: apoyo económico, becas, estructura.
Y, como decías, también es una compensación al esfuerzo de tanta gente que lleva años dándolo todo.

Pol: Sí. Para un chaval de Colombia, por ejemplo, que le costaría el sueldo de un año venir a Europa, una federación puede ser la diferencia entre salir o no de su país.
Cuantas más vías haya —competición, street, videoparts, olímpico o no— mejor para que la gente tenga motivos para seguir patinando.

Fausto: Y además el scooter, de momento, tiene una vida competitiva corta. Veremos cómo evoluciona, pero el impacto en el cuerpo es grande.
Cuidarse ayuda, pero el ritmo no puede ser el mismo a los 25 que a los 15.

Pol: Yo ahora patino menos, pero mejor. Me cuido, entreno distinto.
Al día siguiente estoy hecho polvo, pero prefiero estar así por patinar que por cualquier otra cosa.

Fausto: Hablemos un momento del Extreme Barcelona / Urban World Series. Es un punto clave para la escena.

Quim: Sí. Hablando de scooter en Barcelona, es imposible no hablar del Extreme.
Es un evento que la gente espera todo el año. A nivel park es lo más top que tenemos aquí.
Este año estoy trabajando con Urban World Series y puedo decir que va a ser el Extreme más heavy que se ha hecho nunca: más competiciones, más modalidades, muchas novedades.
Han apostado por el scooter cuando otros eventos grandes ni lo miran. Han hecho de Barcelona un punto clave: aquí se celebraron durante años las finales mundiales de la ISA, cuando aún no existía el circuito de World Skate.
Yo de chaval iba allí y salía con la cabeza explotada, esperando ese evento todo el año.
También fueron los primeros en meter street serio dentro de una competición grande. Lleva muchos años dando cancha de verdad al scooter, y eso hay que agradecerlo.

Fausto: El año pasado, por primera vez, participamos como North Point montando una zona chill out, apoyando a todo lo emergente: raperos, diseñadores, etc.
Este año queremos ir más fuerte, con su apoyo, ampliando esa presencia: creando un espacio lúdico donde la gente pueda estar, ver una rampa con alguien al micro, una zona de flat, un espacio para danza…
La idea es sumar a la parte competitiva un lugar donde quien no compite pueda pasar el día igualmente, disfrutando de la cultura urbana: música, moda, vídeo, rueda… todo mezclado.
Porque al final, como decías, esto va de estilo de vida.

Quim: Totalmente. Una de las cosas que más me gusta de North Point es que juntáis a todo el mundo: skate, BMX, scooter, música, arte…
Mi sueño de futuro es que se dejen de lado los “beefs” entre disciplinas y que rememos juntos. Conseguiríamos mucho más: más amigos, más viajes, más proyectos, más buen rollo.
Me encantaría que el Videopart Festival, por ejemplo, acabara siendo algo compartido entre todos los deportes de rueda.
Y ver iniciativas como vuestros podcasts, donde habláis de skate, de BMX, de inline, de scooter, me parece un paso hacia ahí.

Fausto: Muchas gracias por el comentario.
Al final, hace treinta y pico años nacimos con el inline, con los mismos valores que ahora tiene el scooter: alegría, actitud rompedora, creatividad, color…
Generación tras generación, cambian las ruedas, cambian las tablas, cambian los manillares, pero la esencia es la misma.
El mundo de la cultura urbana es enorme, y aunque no todos sean iguales —ni en scooter, ni en BMX, ni en skate—, hay un estilo de vida común: levantarse, hacer lo que tengas que hacer, y luego coger algo con ruedas y caer al suelo unas cuantas veces. Eso nos une. Como niños grandes.

Fausto: Pues muy bien, aquí lo dejamos por hoy.
Recordad: en mayo tenemos Videopart Festival y Street Jam, y en septiembre nos veremos en el Extreme Barcelona, donde también estará North Point montando ruido y comunidad.
Nos seguiremos viendo seguro

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